Siempre me gustaba ver las tres niñas corriendo con los tarros - imaginaba yo- llenos de leche, para ponerle las pastillas de cuajo para los quesos. Más de alguna vez mi infantil imaginación hizo fantasticas historias con esos dibujos.
Y por supuesto, es por demás decir que el queso y la mantequilla de mi abuela eran sin igual.
¡Abuela Nacha te extraño tanto !
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