Lo primero que fue creado en nuestro mundo fue
la luz. Desde entonces henos quedado fascinados y necesitados de cosas que
brillan.
Las joyas siempre nos han fascinados por su brillo y misterio.
El diamante es maravilloso por su brillo, refracción y dureza.
El diamante es maravilloso por su brillo, refracción y dureza.
Su uso es muy difundido y es tan duro que para
cortar el diamante se usan cuchillos del mismo diamante, por qué si no, sería
imposible cortarlo.
Pero la propiedad que más gusta es qué ningún
diamante brilla igual al otro. Es una
pieza única. Antes de ser un glamoroso objeto de admiración, primero fue
sometido por la naturaleza a presión y calor, luego químicos, martillos y cuchillas por el
orfebre.
El orfebre con sus manos hábiles y delicadas
golpea con fuerza y delicadeza a la vez, para no dañar la pieza. No dará a las
piezas un martillazo que no necesiten.
Nosotros tenemos que ser sometidos a grandes
presiones, químicos y martillazos. Tú y yo somos dos diamantes que hemos sido
puestos juntos para ser dos piezas que juntas se complementarán y hermosearan
la cara de la vida.
Dejemos que los rayos de luz de la vida pasen
a través de nosotros para que juntos seamos las dos joyas más bellas del mundo.
Aunque por supuesto usted con más brillo y belleza. Eso es necesario por qué
así la gente podrá contrastar su belleza única y sin igual.
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