Era la hora de almuerzo. Un delicioso plato de sopa, de esas que solo mi Madre sabe hacer. Hacia calor, no importaba. La sopa era de lo mejor.
El televisor estaba sobre un mueble grande y había que ver hacia arriba.
Como casi siempre en mi juventud,
había futbol. Dos equipos se enfrentaban a muerte. Uno de los dos equipos tenía
mi corazón agarrado desde mi más tierna infancia.
Otras cucharadas de rica, sopa.
Otras dos jugadas en la TV.
El negro Enrique, toca la pelota cerca de su propia área.
Un jugador chaparro, comienza a tocar la pelota, se la pega al pie,
corre…corre. Ese chaparro mete quinta y luego turbo.
Dejo de comer…la sopa pasa a segundo plano.
El chaparrito dribla, uno, dos, tres, cuatro…comienzo a gritar.
Sale el portero…un driblin a la derecha, un toque de amor suave hacia la
izquierda- esa zurda mágica de oro- …la pelota…está, esa redonda a milímetros
de pasar la línea… Gool…Goool...Gooooooooooooollllllllllll…
Mis gritos fueron increíble…salté como loco….
¿Qué acabo de ver? ¿Estaba soñando?
Otro saltaba en la pantalla saludando a la tribuna…dos colores en su
camiseta…ese blanco y celeste…ese número diez en la espalda…
Ese era mi Diego, El Diego, ese barrilete cósmico, ese Diego que me hacia
madrugar para verlo en el Napoli.
Ese Diego, que antes y después de los juegos del Mundial 86, me hacía ir a la
calle jugar futbol en calle de pavimento. Yo jugaba inspirado por las proezas
del Diez, soñando ser ese pequeño ser. Soñando hacer el pavimento sus grandes
proezas. Aprendí a hacer un giro famoso que el Diego hacia: cambiar girando ambos
pies…de derecha a izquierda y salir jugando.
Ahora, ya el barrilete cósmico, regresó de donde vino…
Nos alegraste la vida con tus jugadas. Fuiste ese niño que salió de la pobreza
hacia la cima del mundo.
Ese, que vengaste con tu maravilloso futbol a los que no teníamos voz, a los
pueblos pobres contra los ricos.
En fin, tu bravura, solo comparada a la del Chapulín Colorado (de quien eras
ferviente admirador).
Desde que te vi jugar la primera
vez…fue amor a primera vista.
Tú lucha contra el poder
establecido…un latinoamericano valiente que no dobló sus rodillas ante los
poderosos.
Ahora te fuiste…pero tus jugadas quedaran para siempre en nuestros mejores
recuerdos.
La sopa se me enfrió gritando los
goles del Diego, pero dejó ese fuego eterno en mi alma.
Espero verte una noche estrellada…cruzar el cielo de nuevo.